software sináptico corriendo, un equipo viejo, qué va se'

sábado, 26 de enero de 2008

una dosis necesaria de asfixia!

o sobre la pasión y la sistematicidad


El tiempo ha corrido ya largas distancias. Y el okupa de este teatro ve crecer su barba con perplejidad. No se ha movido de allí adentro, no hubo viajes a la chiru ni a ningún lugar. Cerró las puertas y se quedó adentro a meditar y a dejarse estar. Lo hizo en tiempos iguales (50/50).

Se corrre el desvencijado telón, se preden las luces que empujan el polvo y dejan desnuda cada partícula.

Aclaro de voz... astejemmt! y a la pileta del ensayo:

Hay una cosa que parece imantar la atención de todo este microcosmos, es el dilema de las pasiones y la sistematicidad. Allí se consumen los recursos eléctricos y sinápticos, fiscales y privados.

Pasiones, listos, ya! Se piensa apretando la idea que las pasiones oscilan permanentemente, oscilan en intensidades y, por ende, oscilan las prioridades en el portador. A ello se debe la intermitencia en las acciones de quien sólo se deja llevar de la mano por estas bellas doncellas. No existe aquí la continuidad... no existen largos caminos. Es una suerte de carpe diem vertebrado sobre las pasiones.

Giro de 180º para seguir pensando. Se repara en la sistematicidad y se piensa, por defecto, peyorativamente. Venga el peyote para contrarestarla! En fin, se piensa a la sistematicidad como una obligación. Algo sistemático se hace y se hace. Hay un programa y hay que respetarlo a ciegas. No caben objeciones, es una modalidad de caracter autoritario. Tiene una defensa: la sistematicidad bien entendida será auto-impuesta, por ende sobre algún campo disciplinar que "apasione" al portador.

Así nos deja, nos tapa la boca!
Pero ya lo dijimos, ya hablamos de la oscilación de las pasiones. La defensa de la sistematicidad entiende el asunto a priori. Y cree entender una inmortalidad de las pasiones.

¿Qué se hace?, ¿qué hacemos? El okupa se arranca su barba pidiendo a la Sabiduría, aunque más no sea, alguna módica respuesta.

Vale en todo caso mirar para atrás las experiencias de los seres humanos que para nosotros valieron la pena, aquellos que para nosotros hicieron grandes cosas (no equivocar con cuantitividad ni exitismo, por dió). Es que nos olvidamos como una mosca de la historia=experiencia=zarpada herramienta de vida para evitar tropezones trillados y entonces buscar verdaderas piedras con las que tropezar. No perder el tiempo en las fatalidades de siempre, malditos casos universales! tan estúpidos somos!

Así, pensando en la experiencia colectiva humana, el okupa de este teatro descubre una obviedad que sin embargo lo tranquiliza por unos instantes. Es imprescindible estar apasionado, es el oxígeno, el alimento, el venerado combustible! Pero, pero no basta la mera pasión si no se ordena esa energía que brota hiperquinética de a montones porque en definitiva se pierde, se disipa, se transforma en calor diría un físico-químico, quizás Drexler sería más optimista... pero no nos diría en qué es que se transforma!
Ahora bien, si sumergimos esta pasión en el frasco de la sistematicidad también perderemos una importante cantidad de energía, de combustible, es verdad, pero lo que conservemos será mejor aprovechado, dará mayores frutos. En los 2 casos se pierde energía, es inevitable. Pero nos confunde la aparente dictadura de la sistematicidad.

A dónde entender la clave entonces... Y aquí quizá vengan los dardos inyectados, en la búsqueda desaforada de Buenos Mentores Sistematizadores. En burdas palabras: personajes que nos enseñen cómo sistematizar nuestras pasiones. Personajes que podrán ser guías, capos, perspicaces, locos del bosque, amores, neuróticos y estables compadres, amistades y conocidos de 1 día, especímenes de la alta y la baja, y etcéteras tan al infinito que da vértigo... No son muchos sin embargo y están muy dispersos... algunos muy muy disfrazados, en las periferias más hilarantes! A por ellos!!


Nada del otro mundo, pero al menos el ensayo camina y los dueños del teatro no continúan pensando en el desalojo del ípie lenguaraz. Se han sentado a escuchar las barrabasadas que estornuda con sonrisas inverosímiles (piensan que está loco, eso es evidente, pero no les molesta).

Y ahí se queda, caminando el escenario de aquí para allá, masticando interrogantes inconclusos:

¿llega un momento en que esta sistematicidad asfixia nocivamente a la pasión (se la va comiendo hasta matarla)?, ¿pueden realmente convivir?, ¿qué pasa cuando dicha pasión se ha apagado como una estrella, qué de esta sistematicidad? (se acabó el combustible, ¿hemos de robarle el combustible a la felicidad?)

¿existe algo más poderoso que la pasión sistematizada?

Estoy abigarrotado de pasiones, ¿cómo sistematizo?, ¿es la facultad el templo de la sistematización? Parecieran sin embargo asesinos seriales de pasiones. Supinos sicarios!!

Tengo miedo.

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