el roger

hubo un tiempo en el que conocí a un tal Roger Caire,
un amigo de la familia,
por esos tiempos había abandonado los suelos de la universidad y quería encarar por varias tangentes dada la libertad y la incertidumbre. Una de esas intenciones con poderosa raíz (teniendo en cuenta que surgió sin filtros, ni obligaciones, ni ambiciones) era embarcarme adentro de una guitarra, sosteniendo el mástil echar proa a unas ganas insondables de tocar la guitarra, sin saber muy bien de qué se trataba ese asunto de 6 cuerdas de gato... muy bien, él sería mi profesor de guitarra.

una mañana, llegó 5 minutos más tarde de lo que dicta el destino y así comenzó un efecto dominó del demonio.

el roger es un tipo alto, canoso y de sonrisa pura, con todos sus mambos a cuestas! No deja ninguno en casa y no escatima en mambos, tampoco en una magia que te causa risa. Y la cara flacucha.

este señor en cuestión se encargó de iniciarme en los sibilinos derroteros de la música. Por mi parte, yo sólo quería aprender a tocar la guitarra, a secas. El loco aceptó y me dio cada clase diciéndome que me estaba dando todo y que lo perdonara por los desajustes que me estaba provocando y del otro lado, de acá, yo ni mú, lo miraba incrédulo y me reía para mis adentros de su soberbia infantil. Sin embargo lo ví durante un año, parece que fue un trabajo de hormiga... en el que yo nunca aprendí a tocar un tema entero. Ni un tema! Ni uno solo!! No aprendí nada de nada y aprendí todo.

el loco me dijo mil cosas, me tiro mil centros, a ver por cuál sería que yo agarrara viaje. Se valió de varios lenguajes y me contó por qué la música era energía, magia en estado puro. Me sacó la ficha en un segundo y me batió varias justas. He olvidado mucho. Pero fueron palabras y energías proyectadas con eco. Y todo está encriptado adentro mío, resonando. En una mescolanza informe que nada en el subconsciente y en el inconsciente, que nada croll, mariposa!

entre tantas cosas que me dijo algunas se han cristalizado y las puedo tocar, ver. Una de esas cosas fue que uno para aprender a hacer algo (supongamos a tocar la guitarra, a hacer un pastel de papas, a escribir, a vivir el arte) necesita valerse de estructuras, de campos limitados, ordenados, regidos por algunas mínimas leyes, que es imposible en el caos puro. Y que una vez adentro y ya empezando a manejar esa gravedad intrínseca, cayéndonos pero sin lastimarnos tanto al caer, tenemos que romper con esa estructura y conseguir una nueva... y así, hasta el infinito o en su defecto hasta la muerte. Porque es que así merece la pena vivir.
A la remilchiringola!

después fui elaborando y charlando variantes como sobreedificar arriba de esas estructuras o buscar un terrenito virgen y empezar de vuelta. También jugando con ecuaciones hegelianas y marxistas y filosofías del carpe diem y del super-yo. Pero es el desconcierto lo que reina y unas ganas desaforadas de aprender.

es probar con uno mismo. Es probarse. Pero también es investigar. En eso estamos.


(este post fue disparado del comentario rojo del post anterior, véase la potente analogía, podríamos hablar de estructuras desechables!, qué te parece rojo?)